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Actualizado: hace 4 días

Por : Dr. Cubias

 Noviembre 2025

Un mundo más caro, más endeudado y con menos crecimiento

El 2025 no ha traído consigo la recuperación sólida que muchos esperaban después de los años de turbulencia postpandemia. Los números son claros: el Banco Mundial proyecta un crecimiento global de apenas 2.3 %, mientras que la OCDE estima una desaceleración significativa en las principales economías desarrolladas.

Sin embargo, más allá de la inflación o los conflictos geopolíticos, un problema estructural parece estar profundizando la fragilidad del sistema: el tamaño y el costo de los gobiernos.

Desde Washington hasta Buenos Aires, desde Bruselas hasta Ciudad de México, la tendencia es la misma: Estados sobredimensionados, burocracias infladas y presupuestos públicos cada vez más difíciles de sostener.

“Los gobiernos del mundo se han vuelto los principales consumidores del crecimiento que dicen querer fomentar”, advierte un informe de la Peterson Institute for International Economics (PIIE). “El gasto corriente, los salarios públicos altos y los subsidios improductivos están desplazando la inversión real”.

El peso del Estado: salarios altos, despilfarro y deuda

Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), más del 70 % del gasto público global se destina hoy a costos corrientes (salarios, administración, burocracia y transferencias sociales), mientras que solo un 30 % o menos se dirige a inversión en infraestructura, innovación o desarrollo.

En América Latina, la situación es aún más marcada. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el gasto gubernamental promedio creció un 22 % en los últimos cinco años, sin que eso se traduzca en mayor productividad o servicios de calidad.

El resultado: deuda récord y menor capacidad de maniobra fiscal.

En países como Argentina, España o Estados Unidos, los intereses de la deuda ya superan partidas completas de salud o educación. Y mientras tanto, los salarios de altos funcionarios, vehículos oficiales, viajes, asesores y publicidad institucional continúan aumentando.


El economista español Daniel Lacalle lo resume con dureza:

“Tenemos gobiernos que viven como ricos en países endeudados. La consecuencia es siempre la misma: más impuestos, más inflación y menos crecimiento real.”

Una economía agotada por la política

Los efectos de este gasto descontrolado no se quedan en las cifras macroeconómicas. Llegan al ciudadano común:

  • Menor inversión privada, porque el Estado absorbe crédito y capital.

  • Mayor presión fiscal, con impuestos que ahogan a emprendedores y pymes.

  • Inflación estructural, derivada del exceso de gasto financiado con deuda o emisión monetaria.

El círculo se retroalimenta: la falta de crecimiento impulsa más gasto público “para compensar”, lo que genera más deuda, inflación y desconfianza.

“El verdadero riesgo no es una recesión cíclica, sino una crisis de confianza en los Estados”, señala un reporte del J.P. Morgan Research publicado en octubre de 2025.

Cómo puede el ciudadano protegerse ante un Estado ineficiente y una economía inestable

En este contexto, la estabilidad económica individual no depende del rumbo de los gobiernos, sino de la capacidad de cada persona para blindar sus finanzas.A continuación, las estrategias que los expertos recomiendan para sobrevivir —y prosperar— en una era de economías públicas sobregastadas y crecimiento débil:

1. Crear independencia financiera

Tener un fondo de emergencia equivalente a 6 meses de gastos es esencial. La deuda pública suele traducirse en inflación, y la inflación erosiona los ahorros. Mantener liquidez y evitar depender de subsidios o programas estatales se ha convertido en una forma moderna de libertad.

2. Desendeudarse y vivir por debajo de tus medios

Los gobiernos gastan más de lo que tienen. No repitas su error. Pagar tus deudas de consumo y evitar créditos innecesarios es la manera más simple de protegerte de una subida de tasas o una crisis bancaria.

3. Diversificar ingresos y activos

Cuando los gobiernos se endeudan, las monedas pierden valor. La diversificación en inversiones internacionales, activos reales o negocios alternativos puede servir de escudo ante la depreciación o los controles financieros.

4. Invertir en educación y adaptabilidad

El mercado laboral se está transformando más rápido que las políticas públicas. Las habilidades tecnológicas, la gestión de datos y la mentalidad emprendedora se convierten en los nuevos “seguros” personales frente a un sistema cada vez más volátil.

5. Adoptar una austeridad inteligente

Mientras el sector público se resiste a recortar, los ciudadanos responsables deben hacerlo. No por miedo, sino por estrategia. Gastar con propósito, priorizar necesidades y construir activos de largo plazo es la mejor forma de liderazgo financiero.

El precio del despilfarro político

El problema del gasto gubernamental excesivo no es solo económico, sino moral.Cuando un país destina millones a privilegios políticos mientras su población enfrenta desempleo o inflación, se erosiona la confianza institucional y se deteriora el contrato social.

El desafío, según expertos, es doble: exigir transparencia y practicar disciplina personal.


“Si los gobiernos no son austeros, los ciudadanos deben serlo por supervivencia”, afirma la analista económica mexicana Valeria Moy, del Instituto Mexicano para la Competitividad.

Conclusión: El liderazgo financiero empieza en casa

El futuro de la economía global dependerá tanto de las decisiones de los gobiernos como de la responsabilidad de los ciudadanos.Mientras los Estados sigan gastando más de lo que producen, el reto para cada individuo será tomar el control de su propio destino financiero.

La recesión no es inevitable, pero la preparación sí debe serlo.El verdadero liderazgo, en tiempos de despilfarro, consiste en ser ejemplo de eficiencia, conciencia y resiliencia.


Fuentes consultadas


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